Imagina despertarte un día por la mañana para empezar tu rutina diaria. Estás descansado, aunque aún así te notas algo desconcertado sin saber el motivo de ello. Notas un dolor en tu hombro derecho y al rozar tu mano con él, este se intensifica. Corres hacia el espejo de tu baño para ver qué demonios te ha ocurrido en el hombro, sin tener ni idea de qué puede estar ocurriendo. Y entonces lo ves. Tienes una mosca con unos enormes ojos morados tatuada en él. Tú no te has hecho ese tatuaje, tampoco...