Querida hija mía, tú no me conoces, pero estoy seguro de que harás lo que te pido desde la muerte. Las palabras me han traído hasta aquí; con las palabras se ofrece y se promete, con las acciones se cumple. El eslabón que cerrará tanto dolor está en tus manos. Tienes que encontrar a su hijo y pedirle el perdón que yo no tengo tiempo de suplicar. Aun las buenas personas pueden cometer actos de maldad. A pocos meses de morir, Enzo enfrenta una decisión difícil: Víctor, quien le salvó la vida...
La ruptura entre dos mujeres deriva en la crisis existencial de una de ellas, quien habrá de indagar en los motivos de ese desenlace y cuestionarse ante un testigo impasible las experiencias vividas. Su voz toma la fuerza del despecho y se adentra en ese amor como si de una adicción se tratara, en una valiente reflexión de cuánto ponemos en juego en toda relación afectiva. Flavia Company confiere a la novela «algo propio de la desesperanza, la nostalgia y la violencia del tango. La construcción,...