Hace cuatro décadas, Peter Bürger publicó su Teoría de la vanguardia, un libro de culto, concentrado en las dos tareas más importantes que demandaba entonces el arte: romper la representación y disolver la frontera que lo separaba de la vida. Fracasar en esta doble empresa habría certificado, según Bürger, la derrota de la vanguardia y quizá algo peor: su imposibilidad.Cuarenta años después, Teoría de la retaguardia es un manifiesto irónico surgido de ese fiasco, aunque no pierde el tiempo...