La vida humana es una travesía. Séneca se la imagina como un viaje de Italia a la ciudad de Siracusa, en Sicilia. En el recorrido habrá peligros, contratiempos, tormentas y también quietud e incomparables maravillas. Con esa metáfora de la navegación, el filósofo nos hace adentrarnos en los anhelos de la existencia humana: el dar sentido a la vida y al tiempo, la búsqueda de la felicidad y la gloria; pero también, en sus pruebas y enigmas: el combate de los vicios y de las virtudes, la brevedad...