De acuerdo con el historiador Rafael Díaz Díaz, este libro es un tejido de lugares, no solo porque habla de maneras de hilar territorios, sino además porque concibe, de entrada, el espacio como una red en permanente estado de imbricación, de construcción y de nominación, eso sí, atizado por la pugna, por la contravención, en un juego de poderes y contrapoderes, que transitan desde «la ciudad experta» hasta los rizomas de la territorialidad. En este escenario, se vislumbra un esfuerzo provechoso...