Como una de sus brujas, el viejo Goya sobrevuela la intemperie de los Disparates, para precipitarse, como el perro semihundido de las Pinturas negras, sobre esa ciénaga de la realidad de donde solo se puede salir si nos hundimos en ella.Pero antes Goya tuvo que naufragar en el silencio para que el silencio se le revelara. Hubo de presenciar la violencia atroz de la guerra, de la injusticia y del extremo sufrimiento. Fue entonces cuando se puso a pintar lo que ya no se puede pintar porque...