En los versos de este libro se nota el oficio de un poeta que pasa tiempo ecualizando palabras, igual a quien manipula los graves y los altos en un aparato de sonido. Así alcanza registros sutiles como en «Sé que has pasado delante de casa, / lo sé por los ojos imprudentes de mi puerta» o «El adiós es uno y nos rodea». Gracias a Humberto Montes de Oca esos paisajes no se pierden en el silencio ni entre el ruido cotidiano. Además, celebro que su escritura no parta de certezas, sino de una...