¿Está reservada la santidad para los virtuosos y los perfectos? ¿O pueden los pobres, los heridos de toda especie, los pecadores, pretender llegar a la santidad? Si es verdadera la expresión de Jesús «la Buena Nueva es anunciada a los pobres», entonces la santidad debe ofrecerse y hacerse accesible a los más heridos y desprovistos. En este tercer milenio, es urgente abrir la puerta de la santidad a los pobres y los heridos, porque la parábola de los invitados al banquete es una verdadera...