La obra más admirable que puede crear un hombre es precisamente la de sí mismo, que aspira siempre a la infinitud, a la máxima expansión del amor. Sin embargo, esa obra de valor infinito se enfrenta continuamente a la limitación impuesta por el tiempo: los días, las horas, los minutos… establecen una frontera casi insuperable para ensanchar nuestros deseos cada vez más ambiciosos. ¿Cómo construir la mayor felicidad posible ante el constante acabamiento del tiempo físico? ¿Cómo se puede gestionar...