Tal vez escribir no sea más que un gesto, una decisión de seguir tus propias palabras y ver cómo quedan impregnadas en una hoja de papel, luego en una pantalla y de nuevo regresan al papel para quedar contenidas en un objeto, en un libro donde otros las pueden seguir también. Pero quien escribe entiende que sus palabras transcurren con su propio ritmo y que si desea comunicar, expresar, debe seguirlas, acompañarlas. Los cuentos de El resplandor artificial, de Marina Porcelli, contienen...