Nocturno Seguimos el sendero sinuoso a través de los médanos. Queríamos ver el mar, el cielo estrellado, la inmensa luna. Mientras avanzábamos, oímos el pulso oceánico que marcaba nuestros pasos sobre la arena. En el horizonte, varios barcos iluminados pescaban. Iban en busca del calamar. Los moluscos, sensibles a la luz, eran atraídos hacia la superficie. Las redes completaban la trampa. Ante tal capacidad de destrucción nos pareció frágil la vida, irrelevante el amor. Sin embargo,...