Yo soy el enemigo. Soy la discordia, el distanciamiento, la hostilidad. El encarnizado, el declarado; el que lo es con propósito fijo de ellos de oponerse a mí y destrozarme. Yo, para ellos: el enemigo. Por eso te convierten en camella, te soplan con una caña una piedrita para que, en su larga travesía interna, la piedra te produzca un temblor y no quedes preñada. Un enemigo con hijos es la duplicación del enemigo. Si no pueden secarme, guardan piedras adentro para hacer de este lugar un...