uestros idearios y caracteres propios esta´n impregnados de pretensiones por hacer de la escuela un lugar donde se viva la buena nueva del Evangelio, pero, por desgracia, en lo pra´ctico, no es siempre este el leitmotiv de nuestro di´a a di´a. ¿Cruzamos cada man~ana el umbral de nuestro colegio con el a´nimo de entregarnos a encuentros con compan~eros, familias y alumnos que hagan de lo que somos signo del Reino? ¿Leemos todo lo que acontece y se proyecta en nuestros centros desde la luz del...