"Durante milenios los humanos han tratado de comprender el origen del mundo así como la aparición del mal (y su consecuencia, el sufrimiento) en este mundo. A menudo han sido presentados en forma de mitos, por ello en los libros sagrados de todas las religiones, se encuentran relatos simbólicos que hay que saber interpretar. La tradición cristiana ha retomado el relato de Moisés, en el Génesis, donde se dice que en el sexto día de la creación, Dios hizo al hombre y a la mujer y los situó en el jardín del Edén entre todas las especies de animales y plantas. Moisés sólo menciona dos árboles de este jardín: el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal cuyos frutos prohibió a Adán y Eva comer… El Árbol de la Vida representa la unidad de la vida, ahí donde la polarización no se manifiesta todavía, es decir, donde no hay ni bien ni mal, una región por encima del bien y del mal. Mientras que el otro Árbol, representa el mundo de la polarización donde uno está obligado a experimentar la alternancia de los días y las noches, de la alegría y del dolor, etc. Estos dos árboles son, pues, regiones del universo, o bien estados de conciencia, y no simples vegetales. Y si Dios les dijo a Adán y Eva que no probaran del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, esto significa que todavía no debían entrar en la región de la polarización…"
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