Cualquiera puede ser un buen negociador. Basta con echar mano de la empatía, el autoconocimiento y la inteligencia emocional. a cultura popular nos ha dejado una imagen estereotípica del gran negociador: un tipo arrogante, agresivo, escandaloso y sin emociones que busca ganar a toda costa y no acepta un «no» como respuesta. Sin embargo, como afirma Mori Taheripour, los más eficientes son en realidad personas empáticas, curiosas y perceptivas, que están conscientes de su entorno y son capaces de...