Con este libro se reafirma uno de los cuentistas más interesantes de su generación. Se trata de un autor que sabe cuándo detenerse, en qué momentos acelerar y por último, dar el golpe final. Hay algo de boxeo, de lucha callejera, en su manera de narrar: no sólo por el lugar de la violencia en sus historias, sino también por el ritmo. Uno, dos, tres a puño limpio. Guillermo Salvador MarinaroLeer a Fabio Martinez nos hace sentir incómodos porque la inquietud y el vértigo son dos armas claves en su...