Sin un futuro que soñar juntos, ni siquiera un presente que disfrutar, Margarita deja el hogar donde hace diez años vive con Nacho. Solo puede volver a la casa de su madre. La relación entre ellas nunca fue fácil, y el tiempo no la ha mejorado. La protagonista vive sus emociones con intensidad y los lectores sienten con ella enojo, angustia, ternura, tristeza… y culpa. Culpa por no ser la mujer que su madre querría, y porque a veces la odia, pero también porque no se permite vivir su propia...