Cuando los uruguayos vieron por primera vez a los británicos jugar al football, reaccionaron con asombro, curiosidad y burla. Sin embargo, poco después la novedad fascinaba a un número creciente de espectadores y los criollos comenzaban a practicarlo con variada fortuna. A principios del siglo xx el nuevo sport ya se veía jugar con entusiasmo por los jóvenes en todos los barrios de la capital, y cinco años después se extendía desde Artigas hasta Rocha y des- de Colonia hasta Rivera. La rivalidad...