Tras varios años instalado en la apatía, el protagonista sin nombre de Tener una vida decide marcharse al otro extremo del mundo, con la esperanza de dotar a sus días de un sentido que la rutina le ha negado siempre. Sin embargo, al despertar la mañana de su partida, descubre que ha perdido el vuelo y que el avión donde debía viajar ha desaparecido en el mar sin dejar rastro. La condición de fantasma de este flâneur inmóvil del siglo XXI, que recuerda al funcionario de Memorias del...