Los personajes de estos cuentos no habitan lugares con una música de fondo sino que, al revés, ellos son portadores de un indetenible y profundo rumor interno. Una voz, una melodía o un ruido, según el caso, que los atormentan en el silencio de su solitaria condición, abriendo una brecha para separarlos del mundo que ven y donde aparecen participar. Porque esa zanja sonora, el fluir de las palabras que componen estos cuentos, es lo que les aleja de otras personas, de otras relaciones, de una...