Es muy curioso el modo en que empleamos las palabras. Hay un diccionario secreto que cada uno guarda en su corazón, como un eco feliz o sombrío de un sonido que encierra significados difíciles de comunicar. Mientras suponemos que hablamos deslizándonos sobre un código compartido, todos guardamos sentidos propios que los demás ignoran. Esta sensible percepción impulsó una serie de encuentros convocados por un verbo: «comer», «pensar», «amar». Se invitó a personas de diversas disciplinas a...