Una zorra había perdido su cola por una trampa, y se encontraba muy avergonzada al respecto. Para dejar de sentirse así, decidió que la mejor opción era aconsejarle a sus amigas zorras que debían cortare la cola, y así poder disimular su defecto personal con la igualdad general.
Había una vez una cabrita blanca muy tozuda que un día regresando del colegio con su bicicleta se encontró a una cabrita negra al otro lado de un puente muy estrecho, hecho con el tronco de un árbol. La cabrita blanca quiso atravesar el barranco, y decidida se fue hacia el puente. La cabrita negra, que estaba del otro lado, quiso también atravesar el barranco en aquel preciso momento y se fue muy decidida hacia el puente.
Había una vez un lobo, que cuando empezó la primavera y terminaron los rigores invernales, salió de su cueva y se sintió hambriento. Pensó en ir de caza por si encontraba algo de comer. Recorrió el bosque en busca de animales, pero no encontró ninguno, cosa que le puso de mal humor. Llegó a un llano, donde estaba un caballo paciendo sobre la hierba
El rey león invitó a todos sus súbditos a su corte.. Quería demostrarles su gran poder y magnificencia… y, muy grave y estirado, los recibió en su palacio. ¡Qué clase de palacio! Una gran cueva llena de huesos, una carnicería maloliente, mucho más hedionda que una curtiembre.