La caída de la Unión Soviética (URSS) a finales de 1991 produjo una ruptura en la manera de abordar el estudio de las relaciones internacionales, renovando significativamente las perspectivas académicas hasta entonces dominantes. Una nueva camada de jóvenes investigadores, menos enfrascados en las antiguas rivalidades ideológicas, se propusieron superar las viejas nociones y subrayar aspectos novedosos –tales como el rol de la cultura– para así brindar una visión más compleja de las prioridades...