Leopoldo Orozco anda por la cuerda floja lanzando suspiros de acróbata (como diría Hudiobro) en este excelente libro de cuentos, y sobre todo de minificciones, que seguro dejará una grata impresión en sus lectores. A Leopoldo le gusta jugar con la expectación, además de conseguir que quien lo lee sea parte de un estimulante simulacro lúdico en este cauce de historias. En la cuerda floja despierta la curiosidad y el asombro, como toda buena obra de ficción. Lo hace, además, con una prosa ágil,...