A finales del siglo XIX, las ciencias en la Argentina eran un mundo por construir. En particular la arqueología y la paleontología, la investigación del pasado remoto. La palabra prehistoria apenas se usaba. En ese entonces, hacia 1870, un joven llamado Florentino Ameghino, maestro en una escuela de Mercedes, en la Provincia de Buenos Aires, decide cambiar su profesión por la búsqueda de huesos, de las huellas de la vida antigua en el continente americano. Con la ayuda de sus amigos de...