A veces la vida diaria nos invita a la profundidad: a acceder al interior de nosotros mismo y al interior de la realidad. En efecto, muchas vivencias que nos pasan en el día a día también se nos pasan: se olvidan, no dejan rastro. Pero otras no, porque dejan dentro un signo vivo: algo pequeño y cálido que resiste al olvido y se agita dentro de nosotros en forma de tristeza o de alegría persistentes. Esta agitación va retornando de vez en cuando, urgiéndonos a tomar cartas en el asunto.En el caso...