Sobre la religiosidad de los sectores populares pesan varios malentendidos. Mirada desde afuera, bajo el supuesto de que vivimos en sociedades que ya no creen en ningún tipo de intervención del «más allá» en la vida cotidiana, esa religiosidad aparece asociada a ideas de superstición o ingenuidad en sus manifestaciones de estampas y rezos de tradición familiar, garajes donde se cantan canciones evangélicas, ofrendas en los altares del Gauchito Gil. Sostenido en la riqueza del acercamiento...