El mundo, tal como lo conocemos hoy, proviene de un espacio atemporal, sumido en una oscuridad perpetua, inquebrantable e imperturbable. Lugar de sombras sin rostros que deambulaban esperando el momento para dar paso a la primera manifestación mística, en que se produciría el desdoblamiento de su universo en polos opuestos, pero complementarios de los cuales descendieron los primeros símbolos de la creación, seres de luz compuestos por múltiples formas encargados de mantener el equilibrio del...